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V. ANÁLISIS DE LA RETÓRICA DEL DISCURSO


Una de las dificultades del estudio literario de los relatos de viajes es la de establecer su identidad dentro del sistema literario medieval. Reside ésta, en primer término, en el polimorfismo de tales textos, que hemos ya analizado en un capítulo previo. Huelga especificar que se trata de autores en cuyo caso el nivel de cultura, la motivación de la autoría, las modalidades de redacción y la forma de presentación de los relatos se constituyen en sendos elementos de divergencia. Al enfocar tal diversidad desde la perspectiva y con los métodos propios de la investigación literaria se ha llegado a elaborar un conjunto de criterios de análisis de los rasgos artísticos que definen y delimitan con más precisión un corpus textual susceptible de delinear una agrupación genérica. En un estudio que se reveló ser básico para la indagación literaria del corpus de los relatos de viajes, Miguel Ángel Pérez Priego[1] ha identificado una serie coherente de rasgos característicos del discurso desempeñado en esta categoría textual: se articula tal discurso a base de un itinerario y de un orden cronológico, de una representación topificada del espacio, de la descripción de mirabilia y de una forma de presentación del relato basada en la identidad, casi general, entre el narrador y el protagonista. A partir de tales indicios, la exégesis se ha refinado, insistiéndose en las posibles relaciones entre el discurso de viajes, el histórico y el autobiográfico, así como en la necesidad de establecer una proporción entre estos, en el proceso de catalogar un texto como relato de viajes [2]. Partiendo de estas premisas, nos proponemos extender la esfera de la indagación tanto por el análisis de otras secuencias que, a nuestra manera de ver, son constitutivas del género enfocado, como por la ampliación de la perspectiva, considerando los textos desde el punto de vista de su integración tanto en el marco de la prosa castellana medieval como en el campo de la literatura en latín, la cual sirve de común trasfondo que asegura la unidad de las literaturas románicas.

El orden en el cual presentamos las secuencias analizadas se configura según el grado de pertinencia con respecto al discurso de cada una de éstas. Así, el itinerario representa una secuencia sine qua non; las secuencias descriptivas cuentan con un notable nivel de frecuencia que determina, por lo demás, el carácter fundamentalmente descriptivo de los textos de viajes; a su vez, una forma de presentación que asegure la credibilidad de los textos se utiliza en cada uno de los casos. Sólo determinados textos se valen de ciertas técnicas del humor, no siendo este rasgo de uso obligatorio en el discurso de viajes; sin embargo, no es posible omitir su análisis, porque está estrechamente vinculado a la representación de la alteridad, que es una de las características informativas constitutivas de los relatos de viajes. Finalmente, la estrategia prologal tampoco forma parte de los rasgos propios y diferenciadores de los textos que estudiamos, pero consideramos que la presencia del prólogo contribuye a mejor ilustrar, por medio de los contenidos vehiculados, la posición que los relatos de viajes ocupan dentro de la esfera del didactismo medieval.


1. EL ITINERARIO

Es elemento básico y constitutivo de la construcción de los relatos de viajes, sean reales o ficticios. Si, en la economía de estos relatos pueden faltar o pueden darse en proporción reducida determinadas secuencias textuales (la descriptio urbis, el retrato), la ausencia del itinerario no permite que un texto se enmarque en la categoría de las relaciones de viajes.

Según observa Pérez Priego [3], "todos los libros medievales, desde los antiguos itineraria hasta las relaciones de embajadas o de aventuras adoptan [...] la disposición estructural de un itinerario que es seguido, desde su comienzo a su final y ocupa toda la extensión de la obra. Únicamente el libro de Marco Polo presenta como singularidad genérica una curiosa alteración del rasgo: allí el itinerario [...] se cuenta sólo en los primeros capítulos; después, consciente el narrador de que lo importante es la nueva realidad descubierta, irá presentando los distintos lugares y regiones, pero sin unirlas al armazón de un itinerario." Creemos que esta aserción se puede matizar. No constituye el libro de Marco Polo la única excepción. El escrito de Juan de Plancarpino está constituido por una extensa parte que representa la descripción del país de los tártaros, de los hombres, de su religión y costumbres, a la cual se agrega, de forma completamente separada, el itinerario propiamente dicho.

Puede éste presentarse de forma muy escueta y en tales itinerarios desprovistos de toda amplificación de cualquier tipo es donde tenemos que buscar el nivel básico del discurso de viajes en el cual, según las distintas intencionalidades de los autores, se insertan secuencias principalmente descriptivas (pero a veces, también narrativas), constituyendo relatos de carácter más complejo.

Este nivel básico se identifica en las guías de peregrinación que no hacen, las más de las veces, sino enunciar las etapas del recorrido hacia un centro de devoción, con las indicaciones necesarias referentes a los santuarios que se tenían que visitar, a las reliquias e incluso a las oraciones recomendables.

Es normal que el peregrinaje a los grandes centros medievales de devoción – Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela – engendrara preferentemente tal tipo de texto. Sin pretensión literaria alguna, va a ser el itinerario devoto una reseca enumeración de datos útiles cuya intencionalidad es, a veces de forma declarada, meramente práctica. Tal es el caso de la guía de peregrinación que forma parte de la compilación titulada Liber Sancti Iacobi. En once capítulos, la guía proporciona información sobre: los cuatro caminos que llevan desde Francia a Santiago y "que en tierras de España se reúnen en uno solo", las jornadas del camino, los nombres de los pueblos que se recorren, los nombres de los que repararon el camino de Santiago, los ríos que se hallan en el camino, los habitantes de las regiones recorridas brevemente caracterizados, las reliquias que se deben visitar a lo largo del viaje, las iglesias de la ciudad de Santiago, la Catedral, los canónigos de ésta y, finalmente, "de cómo los peregrinos de Santiago hayan de ser recibidos". Reproducimos una muestra del itinerario:

 
Desde el Somport hasta Puerto la Reina hay tres jornadas. La primera es desde Borce, que es lugar situado al pie del Somport, contra Gascuña, hasta Jaca. La segunda es desde Jaca hasta Monreal. La tercera desde Monreal a Punte la Reina. Desde Port de Cize se cuentan trece jornadas hasta Santiago. La primera es desde la villa de Saint-Michel...etc., etc. [4]

 

Se completa éste, en un capítulo posterior, con datos referentes a las regiones y a los pueblos que las habitan, informaciones que se insertan, asimismo, conformemente al estricto orden espacial:

 
Después de la tierra de éstos [de los navarros], una vez pasados los Montes de Oca, hacia Burgos, sigue la tierra de los españoles, a saber, Castilla y Campos. Esta tierra está llena de tesoros, abunda en oro y plata, telas y fortísimos caballos, y es fértil en pan, vino, carne, pescado, leche y miel. Sin embargo, carece de árboles y está llena de hombres malos y viciosos. [5]

 

La intencionalidad práctica del escrito se señala en varios contextos:

 
Me he limitado a enumerar estos pueblos y las citadas jornadas para que los peregrinos que marchan a Santiago prevengan con estas noticias los gastos necesarios para su viaje.

He descrito así estos ríos para que los peregrinos que van a Santiago procuren evitar el beber de los malsanos y puedan elegir los buenos para ellos y sus caballerías. [6]

 

Una observación se impone: la mayoría del texto se dedica, efectivamente, a la presentación de un itinerario que utiliza, empero, una estrategia diferente de la de un texto como el Itinerarium Egeriae; mientras que la monja presentaba todos los elementos de interés de una etapa (geografía, ritos, experiencia subjetiva, etc), la guía compostelana los evoca "por problemas" : jornadas, pueblos, ríos, "gentes", otros centros de interés religioso, respetando en cada uno de los apartados el mismo orden espacial. Por otra parte, es de observar que el molde del itinerario es bastante "permeable" como para integrar secuencias literarias de índole distinta: es el caso del capítulo octavo que abarca breves relatos hagiográficos y de los milagros obrados por diferentes santos cuyos santuarios se hallan en el camino francés.

Es así como se presenta el nivel básico de los relatos de viajes, nivel en el cual la armazón del texto se muestra casi desnuda, con su función exclusivamente extraliteraria limitada a lo informativo. Decimos "casi", porque ni siquiera a propósito de un texto tan sencillo se puede afirmar que sea perfectamente uniforme el desarrollo del discurso. En primer lugar, es de observar que los capítulos referentes a los ríos, reliquias, caracterizaciones etno-geográficas etc. vuelven a trazar el itinerario inicialmente expuesto, pero centrando su atención en otro punto de mira, utilizándose, de esta forma, la técnica de la repetitio. Por otra parte, el itinerario se interrumpe dando paso a amplias digresiones descriptivas (la iglesia catedral) o narrativas (una hagiografía: vida, martirio y milagros de San Eutropio).

No queremos pasar al análisis propiamente dicho del itinerario tal como se configura éste en los relatos de viajes castellanos, sin evocar la Fazienda de Ultramar, texto que, según en el apropiado lugar hemos mencionado, se configura como una Biblia romanceada organizada a base de un itinerario de la Tierra Santa; el doble propósito informativo del texto (conocimiento geográfico de la Tierra de Promisión y compendio de historia bíblica) se releva desde el principio del texto, encabezado por la ficticia correspondencia entre “don Remont, por la graçia de Dios arçobispo de Toledo” y “don Almerich, arçidiano de Antiochia”:

 
Ont te ruego que tu me embies escripto en una carta LA FAZIENDA DE ULTRA MAR e los nombres de las cibdades e de las tierras como ovieron nonbre en latin e en ebraico, e quanto a de la una cibdat a la otra, e las maravyllas que Nuestro Sennor Dios fezo en Jherusalem e en toda la tierra de ultra mar. [7]

Efectivamente, el texto que acabamos de citar es programático en cuanto a la técnica utilizada en el libro: el modelo del itinerario se amplifica mediante digresiones de variable extensión que representan o bien resúmenes y paráfrasis de determinados pasajes del mismo, ilustrados por citas; las unidades del itinerario se componen del nombre del “objetivo geográfico” enfocado (a veces con su explicación etimológica) y de la evocación del suceso de historia bíblica relacionado con el respectivo lugar, suceso ilustrado, generalmente, por una cita:

 
Delant Samaria es Naples, a parte de meridie. Naples, ço diz “cibdat nueva”, e ovo nombre Sichem e Sicamam e Salem e Socoth. Alli en Sichem se aparecio Nuestro Sennor a Abraam e fizol promesa a el e a so linnage. Est logar ovo nonbre Salem. Onde diz: “Veniz Jacob en Salem, cibdad de Sichem. Quando vinia Jacob de Pandan-Aran, conpro una serna por .c. ovejas de Emor, padre de Sichem, e fizo altar al Poderoso, Dios de Israel. Esta serna dyo Jacob a Josep so fijo. Unde dix: iuxta praediam quod dedit Jacob a Joseph filio suo. [8]

La Fazienda representa un interesante texto híbrido que reúne el enfoque propio de una descripción geográfica a las estructuras narrativas propias de los episodios de historia bíblica.

Los relatos castellanos de viajes que de la Edad Media poseemos ofrecen, todos, un molde superior al del mero itinerario, abarcando, según veremos, secuencias textuales de índole más variada y demostrando, al lado de la dimensión puramente informativa, ciertos rasgos de literariedad. Pero el itinerario está presente en todos ellos, como principio organizador del texto.

La Embajada a Tamorlán se articula, desde el punto de vista del itinerario, en dos partes asímetricas (el camino de ida, detalladamente presentado y el de vuelta, evocado de forma más acelerada) separadas por una amplia división del texto en la cual se presenta la estancia de los embajadores en la corte de Tamorlán. Se marca el punto inicial del viaje ("el puerto de Santa María cerca de Cádiz" [9]), continuando con la enumeración de cada uno de los puntos del recorrido, hasta Samarcanda, donde el itinerario se interrumpe para reanudarse al regreso ("partieron de aquí de Samarcante..." [10]).

No nos interesa aquí si la memoria o las notas tomadas durante el largo recorrido han conservado con mayor o menor fidelidad el real desarrollo del camino; lo que nos preocupa es la estrategia por la cual el texto cumple con su intencionalidad, en este caso puramente informativa; y la cumple con la exactitud que le es propia y que repetidamente recalcaremos. En el caso del itinerario, esta exactitud se revela al mostrarse el redactor particularmente atento en señalar cada una de las etapas del camino, especificando los topónimos y, si se da el caso, incluso su traducción:
Y a hora de medio día fueron en una ciudad que es llamada Aseron [...] Y otro día jueves veinte y dos de dicho mes de mayo partieron de aquí y fueron a dormir a una aldea que ha nombre Partir Iuan [...] Y domingo siguiente fueron a dormir a una aldea que ha nombre Delularquente que quiere decir el aldea de los locos [...]Lunes, veinte y seis días del dicho mes de mayo partieron de aquí y fueron dormir en el campo cerca de un grande río que ha nombre Corras, etc. [11].

Es de notar, asimismo, la escrupulosidad con la cual se señalan el día exacto y, a veces, incluso la hora que marcan cada etapa. Así, para un interval de sólo cinco días, se anotan las siguientes indicaciones cronológicas: "Y jueves veinte días de marzo del año del Señor de mil y cuatrocientos y ciatro años [...] partieron de aquí en la tarde a hora de vísperas"; "Y viernes siguiente partieron de aquí y entraron en el mar mayor a hora de misa [...] y a hora de vísperas fueron en el castillo [...] y después de medianoche partieron de aquí [...] y a hora de vísperas fueron en Finogia" "y domingo siguiente a hora de vísperas ...", "y otro día lunes se estuvieron surtos allí aquel día", "y otro día martes que fueron veinte y cinco días del dicho mes de marzo partieron [...] y a hora de vísperas fueron en par de un castillo", "y a la media noche partieron de aquí" [12].

De esta forma, el texto llega a organizarse como un verdadero diario en el cual las indicaciones espaciales y temporales, siempre solidarias, constituyen la marca textual de cada unidad del texto: en el interior de estas unidades se desarrollan las descripciones de todo tipo (geográfico, etnográfico, prosopográfico, pragmatográfico) y la narración de los acontecimientos. El cuidado por llevar la cuenta temporal exacta determina al redactor del libro mencionar explícitamente incluso los intervalos en los cuales nada sucede:


Y los dichos Embajadores quisieran partir de aquí de Xío luego, pero no hallaron fusta presta, y estuvieron aquí en esta isla de Xío el dicho día martes que llegaron, y miércoles y jueves y viernes y sábado y domingo, hasta otro domingo siguiente, que fueron treinta días del dicho mes de setiembre, que fletaron una nave pequeña castellana... [13]

 

Tal manera de ordenar los datos es perfectamente comparable, según demostró López Estrada [14], a la utilizada por las crónicas de la época para relatar los desplazamientos de los reyes y de sus ejércitos.

Por otra parte, es de notar que la progresión del discurso se interrumpe por medio del procedimiento de la digressio, técnica cronística medieval heredada de la historiografía antigua [15]; de esta forma, se introducen unidades textuales autónomas bastante amplias, como la referente a la biografía de Tamorlán y a la historia de los tártaros, que se inserta en la descripción de la ciudad de Quex, o la referente al Catay, insertada en la descripción de Samarcanda. De la misma manera, una vez llegados los embajadores a Samarcanda, el itinerario se interrumpe a favor de una parte del relato más heterogénea (descripciones de todo tipo, relación de noticias oídas, breves secuencias narrativas) referente al período durante el cual los emisarios del rey se habían quedado en la capital tártara. Concluida esta etapa, el molde del itinerario se vuelve a utilizar de forma explícita :

 
Y ahora que he escribido de estas razones que habéis oído, escribiré de la venida de los dichos Embajadores, y de lo que les acaeció en el camino. [16]



 

El itinerario ocupa, efectivamente, todo el texto, hasta su última línea:

 
Y lunes, veinte y cuatro días del mes de Marzo del año del Señor de mil cuatrocientos y seis años, los dichos Embajadores llegaron al dicho señor Rey de Castilla, y halláronlo en Alcalá de Henares. [17]

 

El camino de regreso se narra de manera más acelerada, tanto porque las realidades insólitas del mundo tártaro se habían presentado durante la primera parte del itinerario, como porque no se mencionan sino las partes del recorrido que no coincidían con el camino de ida. Para evitar las repeticiones, se vale el redactor de la analepsis:

 
Y no cuento más de esta ciudad porque ya escribí de ella...
Fueron dormir a una ciudad que es llamada Sanga, en la cual estuvieron a la ida... [18]

 

Diremos, por consiguiente, que la exactitud del itinerario y del orden cronológico, siempre solidarios, confiere a la Embajada... una veracidad consustancial a la del discurso cronístico, cuyas técnicas utiliza, por lo demás, cuando se trata de fechar los sucesos y de precisar la sucesión espacial; también es característico del discurso cronístico el uso de la digressio. Es esta veracidad conforme a la intencionalidad de la obra que es, al fin y al cabo, un informe diplomático cuyo principal destinatario era, verosímilmente, el rey.

Las Andanças... de Pero Tafur se amoldan a otro propósito: el de prestigiarse el autor a sí mismo. Por otra parte, el libro se redacta muchos años después de concluido el viaje. Aun cuando el autor hubiera tomado notas durante el viaje, la exacta presentación de cada etapa no podía tener para él la misma importancia que para el redactor de la Embajada....En tales condiciones, la precisión del itinerario no constituía dimensión obligatoria del relato.

Sin embargo, el libro presenta con escrupulosidad el recorrido intrincado de las cuatro etapas del viaje cuyo centro de operaciones fue Venecia. La sucesión de las localidades visitadas por el caballero se indica siempre cuidadosamente:

 
Partí de Génova é fuí por su ribera ansí de casas poblada fasta Cestre de Levante, é de allí fuí a Puerto Véneris [...]; é de allí fuemos al Espeçia, una gruessa villa de Génova; é de allí a Leríchen, que es una grant fortaleza del rey de Aragón; e desde allí á Piedra Santa, é a ora de viesperas llegamos sobre Liorna, puerto pisano... [19]

Observemos que nos hallamos en el nivel básico del relato de viajes, el del itinerario puro; no es frecuente esta manera de redactar, en el libro. Generalmente, después de haber indicado el nombre de la localidad, pasa a la descripción de ésta o al relato de lo que allí le ha sucedido, incluyendo los encuentros con diferentes personalidades o la relación de noticias oídas. De esta forma, el itinerario espacial se convierte en la columna vertebral del relato, organizándose cada unidad de éste en torno a cada una de las unidades del itinerario. Presentaremos, a manera de ejemplo, la forma de la cual se organiza una de las unidades extensas del relato, la que tiene como "centro" la ciudad de Ferrara:

• indica el destino de la etapa que va a contar: "...é de allí me fuí a Ferrara..."

• relata la entrevista con el papa Eugenio.

• relata la entrevista con el emperador de Constantinopla.

• relata la segunda entrevista con el emperador bizantino

• relata cómo ha asistido a una de las reuniones del concilio de Ferrara

• relata cómo se ha celebrado el día del Corpus Christi

• descripción de la ciudad de Ferrara

• retrato del marqués de Ferrara en el cual se inserta la anécdota del adulterio del hijo de éste con su segunda esposa

• relata las fiestas y juegos que tuvieron lugar en los palacios de otro hijo, bastardo del marqués de Ferrara

• relata la despedida del emperador bizantino

• anuncia la siguiente etapa del viaje: "É partíme de Ferrara, é fuíme por estas tierras del marqués fasta una çibdat que llaman Parma..." [20]

En cuanto al orden cronológico se muestra Tafur más superficial que el autor de la Embajada.... Su recorrido no se puede seguir día por día, como sucede con el de los emisarios del rey Enrique, pero, sin embargo, ofrece bastantes indicaciones como para haberse podido reconstituir satisfactoriamente las etapas de su viaje [21]. Las indicaciones que proporciona a este respecto no excelan por precisión; ejemplificamos con la etapa Venecia-Jerusalén, citando las referencias cronológicas y advirtiendo que para cinco días de viaje la Embajada... había proporcionado casi el mismo volumen de información cronológica que Tafur para un mes escaso, y esto sin mencionar la precisión de la manera de fechar de los embajadores. Dice Tafur: "partimos ese día después de resçebida la bendiçión", "é fuemos otro día siguiente a una villa...", "allí estovimos dos días surtos...", "el cuarto día llegamos a vista de la çibdat de Modon", "este mesmo día llegamos al puerto de Modon", "aquí nos detuvimos seis días", "estas treçientas é çincuenta millas andovimos en dos días con sus noches", allí estovimos tres días", "el terçero día llegamos sobre la ysla de Rodas", "partimos desta ysla é navegamos todo aquel día é la noche é amanesçimos sobre Castilroxo", "é navegamos tanto en tres días", "andovimos tres días con sus noches; al quarto día nos amanesçió sobre el esplaja de la Tierra Santa", "otro día de mañana", "este día fuimos a dormir çinco leguas de allá", "otro día bien de mañana..." [22].

Esta relativa imprecisión cronológica, se compensa por el hecho de que, escribiendo tanto tiempo después de concluido el viaje, organiza la materia de forma más equilibrada, distribuyendo, por ejemplo, las descripciones de forma que no se aglomeren en la primera parte, como sucede en la Embajada.... Se va a valer, a este propósito, de la prolepsis: "é desta çibdat non escrivo más largamente porque adelante se dirá", "por tanto aquí non se contará más de Chypre, que después en su lugar se contará", etc. [23]

Los viajes ficticios, que se elaboran por mimetismo con respecto a los viajes reales conservan el itinerario como factor que estructura el relato, pero se observa que en su caso esta estructuración no es sino un mero elemento "importado" de los libros de viajes reales, para obtener el efecto de verosimilitud, desmentido (¡hoy en día!) por los trayectos imposibles (el franciscano llega de un tirón desde el Madagascar hasta la India y el infante portugués llega en dromedario desde Grecia hasta Noruega, en sólo tres jornadas).

En el Libro del conosçimiento... el itinerario se desarrolla por medio de secuencias de extensión variable en las cuales se insertan, con referencia a algunos nombres geográficos, las informaciones librescas cuyo vehículo es el texto. Así, por ejemplo, al "llegar" a Armenia, el autor se refiere a su relieve y posición geográfica, a sus localidades en general, informa sobre el antiguo nombre y lo justifica por medio de la fábula mitológica de Jasón, enumera los nombres de las más insignes ciudades, se refiere al escudo de armas del supuesto rey:


...parti dende & entré en armenia la menor la qual es toda çercada de montes muy altos que dizen los montes de armenia & dentro de los montes es tierra llana en que son trezientas & sesenta villas & castillos & logares & es Ribera del mar medioterreno en el logar donde acaba & sabed que antiguamente dezian a esta armenia la isla de colcos porque en esta armenia entra un golfo del mar en que esta una isla pequeña & dizenle porto bonel & aquí fue el tenplo do estaua el carnero dorado encantado el qual desencanto jason el griego & dentro en armenia son quatro çibdades grandes es a saber laiso & curquo & airso & suçia & danavn el Rey dende a estas señales. [24]

 

Sin embargo, el itinerario no es sino un elemento subordinado en la construcción del Libro.... Lo que efectivamente segmenta el texto son las recurrentes referencias heráldicas con sus ilustraciones, que justifican el considerarse el libro no sólo como relato de viajes sino también como manual de heráldica. Estas referencias se formulan de modo estereotipado y cada una de las unidades del texto concluye con una descripción de armas, reales o imaginarias. En el marco de estas unidades se desarrolla el itinerario propiamente dicho, cuya presentación cuenta con dos posibles estrategias. La primera, es la del itinerario evocado en la escueta forma básica utilizada por las guías de peregrinación:

 
Parti de portogal & fueme por la marisma del mar oçidental a la prouinçia de gallizia al puerto de bayona de minor desi a portevedra & dende fuy a santander & a castro de urdiales & a bilbao & a sant sebastian que es toda esta marisma del señor Rey de castilla & dende fuy a bayona la mayor que es en gascueña que esta asentada cabel mar de poniente & los montes pirinee el señor desta bayona a por señales un pendón blanco con una cruz bermeja atal. [25].

 

La segunda manera es la de redactar el itinerario en su forma ampliada por medio de la descriptio/laus locorum. Dichos cuadros descriptivos tienen por objeto la enumeración de las características de cada una de las regiones mencionadas en el texto; es posible que tal manera de enfocar la descripción de regiones se deba a que el autor utilizara un mapamundi que anotaba los elementos individualizantes de cada zona geográfica seleccionando los que más curiosidad e interés pudieran despertar en los que lo contemplaran (principales formas de relieve, ríos, ciudades, mirabilia, etc.).

La progresión se realiza a base de fórmulas estereotipadas, integradas por el sintagma recurrente "parti de...", con la mención del último territorio descrito y la enunciación del siguiente: "e andude../e fuyme.../e vineme.../e tome la marisma...", etc. (passim). Uno de los efectos literarios es el del exotismo y se obtiene por la enumeración de extraños nombres geográficos, sobre todo cuando pertenecen éstos a los esfumados territorios del Oriente:

 
Salli de la çibdat de malsa do mora el preste iohan & tome camino contra el levante & trauese el Rio nillo & falle muchas çibdades en su Ribera a la primera dizen amoc otra araoc otra Sarma otra oça otra morania otra vyma otra gabencolic otra glaoc & otros muchos pueblos... [26]

 

Asimismo, se observa cierta preocupación por el orden de distribución de las secuencias descriptivas, por lo cual el autor se vale de la prolepsis y de la analepsis, introducidas con la misma estereotipía que caracteriza todo su discurso:

• prolepsis: "esta mar de alemaña a la parte de la trasmontana que dizen la tierra de europa de que adelante contare", "una çibdat que dizen veçina de que adelante contare", "los montes claros que los antiguos dizen carena de que adelante diremos cuando fablaremos de la tierra firme". [27]

• analepsis, más frecuente que la prolepsis y a veces utilizada varias veces en contextos cercanos, sin preocupación alguna por la variedad estilística:

 
...la çibdat de çepta de que ya conte de suso & parti de çepta & fuyme para marruecos otra vez & trauese los montes claros & fuyme para la gazula & more ay un tienpo porque es viçiosa & esenta & unos moros armaron una galeota para yr al Rio de oro de que ya conte de suso... [28]

En lo referente al orden cronológico, se observa que éste se desatiende, utilizándose sólo de forma esporádica y con fórmulas imprecisas que no construyen un marco temporal definido, como en el caso de los libros de viajes reales; al parecer, de vez en cuando, el autor recuerda que tiene que respetar una convención del género e inserta alguna que otra alusión cronológica, con la misma falta de variación estilística que le es acostumbrada: "yo finque ally un tiempo...", "andude un tienpo en esta nao", "more ay un tienpo", "en malsa folgue y un tienpo", "& alli folgue un tienpo", "en este castillo de magot more un tienpo" [29].

A pesar de todos los pasajes que delatan lo ficticio del relato y a pesar de un orden cronológico laxo, manifiesta la relación del "franciscano" una característica interesante: por la insistencia con la cual detalla cada etapa "geográfica", por la abundancia de los topónimos, reales o fingidos, así como por la permanente presencia del "yo" testimonial, logra el efecto de lo que llamaríamos "exactitud ficticia", lo que hizo que, en su tiempo, se pudiera considerar como una verdadera guía de viaje.

El Libro del Infante don Pedro de Portugal presenta, a su vez, según es tradición en los relatos imaginarios, un itinerario en el cual los territorios de la geografía real (en este caso Venecia, Chipre, El Caire, Jerusalén, el Sinaí, Judea) se mezclan con los fabulosos heredados de la geografía literaria antigua (el país de las Amazonas) o plasmados por la ficción medieval (la tierra del Preste Juan). Imposible o no para el viaje real, el recorrido se señala con moderada regularidad, siendo el principal elemento organizador del relato; no debemos, sin embargo, esperar mucha exactitud:

 
E partimos de la ciudad [de Troia] & fuemos para la tierra de los grecianos por un desierto & atrauessamos quatorze jornadas que no llegamos a poblado & sobimos por una muy gran sierra; y andouimos perdidos mucho tiempo; despues llegamos a una yglesia & hallamos dentro enla capilla un beato [...] E otro dia dixo nos que aquella tierra de la mano yzquierda que no passassemos por ella que aquella era la tierra de Tabetebolale... [30]

 

El itinerario es permanentemente laxo, para poder dar paso a la inserción de las aventuras de los viajeros o a la evocación de sartas de mirabilia. Sin embargo, es evidente la intención de respetar las convenciones del género adoptado en pasajes como el de la visita a los Santos Lugares donde el autor imita con pericia las guías de peregrinación, enumerando "objetivos" sagrados con breve comentario, incluso pecuniario:

 
E de alli fuemos ala casa de Annas. & pagamos entre todos doze ducados por ver la silla donde Annas estaua assentado. De alli fuemos ala casa de Simon leproso donde vino la Magdalena con el unguento con que unto los pies a nuestro señor Jesu christo. Dende fuemos ala casa de sancta Maria salome que esta en frente del templo de Salomon. etc. [31]

 

En cuanto al orden cronológico, es incluso menos evidente que en el caso del Libro del conosçimiento. Algunas de las referencias cronológicas no tienen relación con el itinerario, según hemos visto que era norma incluso en el caso del Libro del conosçimiento..., sino que se refieren a "aventuras" de los protagonistas ("despues nos turo bien dos meses que nunca jamas vimos reyr a don pedro del gran sentimiento que ouo"; "y tuuo nos quarenta dias pressos" [32]). Las demás, que miden cronológicamente el recorrido espacial son discontinuas, evidentes concesiones hechas a la convención literaria: "y estouimos alli bien doze dias reposando & mirando la ciudad", "alli estouimos siete semanas", "estouimos viendo la yglesia fasta cinco o seys horas", "fuemos a fazer reuerencia al gran Gudilfe un lunes de mañana", etc [33]
La principal función del itinerario con su doble aspecto de orden espacial y temporal es, por consiguiente, la de asegurar la estructuración de los relatos de viajes, constituyendo un elemento esencial de la construcción de éstos, aun cuando se realiza con recursos primitivos o estereotipados. Representa, además, el núcleo más "resistente" del discurso de viajes, identificable en todos los subtipos del género.




[1] Miguel Ángel Pérez Priego, "Estudio literario de los libros de viajes medievales", en Epos, I, 1984.

[2] Rafael Beltrán, "Los libros de viajes medievales castellanos", en Revista de Filología Románica, Anejo I, 1991.

[3] Miguel Ángel Pérez Priego,art. cit., págs. 220–221.

[4] Aimerico Picaud, op. cit., ed. cit., pág. 499.

[5] Ibidem, págs. 522–523.

[6] Ibidem, págs. 507, 513.

[7] Op. cit., pág. 43.

[8] Ibidem, pág. 136.

[9] Ruy González de Clavijo, op. cit., pág. 25.

[10] Ibidem, pág.229.

[11] Ibidem, págs. 114–115.

[12] Ibidem, págs. 88–89.

[13] Ibidem, págs. 45–46.

[14] Francisco López Estrada, "Procedimientos narrativos en la Embajada a Tamorlán", El Crotalón (Anuario de Filología española), 1, 1984, pág 134.

[15] Los cronistas del siglo XV utilizaban el procedimiento de forma consciente. Así, por ejemplo, en la Crónica de don Álvaro de Luna: "Comunmente se suele dezir que los fechos de la guerra más consisten en discreçión para los saber regir e administrar, que en romper lanças. E por tanto se escribe de los romanos, que al tiempo del señorear suyo, en caso que algunas veçes fueron vençidos en algunas batallas, pero que en guerras, e en las saber fazer e gobernar e enderesçar los fechos de guerra nunca fueron sobrepujados [...] . Estas cosas he querido aquí la Historia en este capítulo ynterponer, por una digresión, que los antiguos historiadores acostunbraron fazer, non del todo agena de las obras e fechos que escribían." Crónica de don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, Maestre de Santiago, ed. de Juan de Mata Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1940, pág. 237.

[16] Ruy González de Clavijo, op. cit., pág. 229.

[17] Ibidem, pág. 257.

[18] Ibidem, págs. 234, 236.

[19] Pero Tafur, op. cit., ed. cit., págs. 14–15.

[20] Ibidem, págs. 220–226.

[21] Es lo que hizo José Vives Gatell, en el estudio citado que figura en la reimpresión de 1982 de las Andanças... , págs. 27–57.

[22] Pero Tafur, op. cit., ed. cit., págs. 42–52.

[23] Ibidem, págs. 16, 50.

[24] Libro del conosçimiento..., ed. cit., pág. 35.

[25] Ibidem, pág. 5.

[26] Libro del conosçimiento, ed.cit., pág. 67.

[27] Ibidem, págs. 15, 30, 31, 41.

[28] Ibidem, pág. 57. Otros contextos en los cuales se utiliza la anlepsa en las págs,17, 21, 32, 74, 116, etc.

[29] Ibidem, págs. 49, 57, 64, 73, 86.

[30] Gómez de Santiesteban, op. cit., ed cit., págs. 8–9.

[31] Ibidem, pág. 15.

[32] Ibidem, págs. 12, 22.

[33] Ibidem, págs. 22, 32, 33, 35.


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